15 de septiembre de 2024
Ataduras
te has convertido en el único recluso de mi libre albedrío.
11 de septiembre de 2024
Restar
1 de septiembre de 2024
Soltar
Imagen por Ayla Michelle |
28 de agosto de 2024
Son lentejas
24 de agosto de 2024
Psicología de la mascarilla
Ruth, mi amiga peluquera, dice que en estos tiempos de pandemia, nuestro cerebro nos está engañando para que los demás nos resulten más guapos cuando llevan la mascarilla puesta.
Pienso que nuestro cerebro, o mejor dicho, nuestra imaginación intenta engañarnos continuamente. Y es cierto que las personas depositamos altas expectativas en aquella parte de la anatomía o de la vida de alguien que aún no conocemos. De hecho, en el lenguaje de la seducción, es mucho más efectivo sugerir que mostrar.
La mente conserva, por fortuna, ese rinconcito de la ingenuidad de la infancia. Será por eso que los regalos llevan su envoltorio. Aunque al abrirlos generan con frecuencia, más frustración que sorpresa.
Y cuando esta cualidad tan nuestra, la ponemos al servicio de Internet, la frustración es el resultado garantizado. Porque podemos distinguir con claridad una fotografía manipulada con Photoshop. Sin embargo, nos cuesta mucho detectar la manipulación de un perfil de Internet, creado para aparentar un carácter de antihéroe moderno, con una inteligencia brillante, y con la capacidad de generar confianza a través de una estrategia de juegos malabares creados con palabras. Por la misma razón, en los perfiles de Internet a ninguno de nosotros le favorece la mascarilla. En Facebook, todos estamos mucho más guapos sin ella.
Si lo pensamos bien, los amigos interesantes y atractivos que todos hemos conocido realmente, aunque su perfil virtual no esté mal, resultan mucho más atractivos en persona, porque nuestro cerebro es capaz de detectar otros matices de gran belleza que siempre requieren la presencialidad.
Por supuesto, Internet es un avance indiscutible para muchas cosas. Pero para conocer personas atractivas de verdad, interesantes y sobre todo de confianza, sencillamente no sirve.
23 de agosto de 2024
Contigo
De todas las caras que tuvo el amor, tú fuiste la más extraña. Tu forma de estar se parecía a las nubes.
Más del cielo que de nadie.
Aunque vengan días de Sol, vivo como siempre, por delante, tal y como prometí.
Como si nunca te hubieras ido.
20 de agosto de 2024
Con la casa a cuestas
Sombra voladora
La playa es el lugar relajante por excelencia. Particularmente, las prefiero salvajes y lejos de la urbanización, para practicar en ellas el nudismo. Sí, sí, he dicho en pelotas. Porque todos presumimos de ser personas liberadas, pero la doble moral es una mala sombra que nos persigue, muy especialmente cuando hablamos de naturismo. Todavía recuerdo aquel programa de televisión; "Un. Dos. Tres. Responda otra vez", en el que aparecían premios que se iban descartando hasta quedarte con uno solo. Podía ser bueno; con suerte un apartamento en la playa, o nefasto, como una calabaza llamada Ruperta. Pero lo peor que te podía pasar, es que te tocara en gracia el premio de una semanita con todos los gastos pagados, para dos personas, en una playa de urbanización nudista. Entonces todo el mundo en el plató, incluido el presentador y por supuesto los telespectadores, se descojonaban a mandíbula batiente del concursante por su ridícula desdicha.
Mi acompañante, en esta ocasión, conocía muy bien el naturismo y me propuso ir a una playa nudista, para pasar la calurosa tarde de verano. Para mí era la primera vez, y acepté la propuesta sin titubeos. Supongo que cuando me encuentro ante a una situación que me puede ruborizar, se crea una lucha en mi foro interno; gallardía contra vergüenza, en la que disfruto dejándome llevar hasta enterrar en lo más profundo de mi ser, mi sentido del ridículo. Dice un amigo mío, psicólogo, que todo eso me pasa porque soy proactiva y prometeica. Aunque siempre le contesto que no conseguirá sentarme en su diván por mucho que intente liarme.
Dejamos el coche aparcado y comenzamos a caminar. Había que atravesar varias playas en las que estaba prohibido practicar nudismo. Era tan inaccesible nuestro destino que aquello me pareció la travesía del desierto sin comida ni agua. Pero vi la luz y se produjo el milagro. No era un espejismo. Habíamos llegado a nuestro destino; una preciosa playa, no demasiado ancha y bastante larga, cosa que nos permitía a todos estar cómodos, cerca del agua y guardar al mismo las distancias. Reconozco que sentía un pudor algo asfixiante. Pero no había retroceso ─me hubiera muerto deshidratada en el camino de vuelta─. Nos colocamos casi al principio, porque me incomodaba pasear vestida por toda la playa ─cuestión de mimetismo─. Así que nos instalamos, me quité la ropa ─supongo que él también, pero no me percaté, porque ya lo tenía visto de otras veces y estaba más pendiente de lo mío─. Me di crema solar. Mi acompañante colocó su sombrilla (a mí no me hacía falta, pero él insistió) y después se fue a bucear a la zona de las rocas. Yo preferí tumbarme al sol. Así que pegué mi trasero en la toalla y cerré los ojos, como los monos de Gibraltar. Hablaba sola y me decía: "Ya pasará el rato y te irás acostumbrando, poco a poco, y si tienes calor te esperas, que no pasa nada."
No sé si sabéis lo que es correr desnuda. Yo sí. Os cuento. Lo único que piensas es: Joder que la sombrilla se pare y la pueda recoger de una puta vez. Porque puestos a hacer el ridículo, volver sin sombrilla hubiera sido ya lo último. Para morirse de risa, ¡vamos! Pero hubo suerte. Al final de la playa pude recuperar mi objeto volante. Me lo coloqué a modo de paraguas sobre mi hombro y volví paseando despacio y recreando, sin darme cuenta, un óleo de Sorolla, pero sin ropa. Lo estáis pensando. Lo sé. ¿Cómo no se me ocurrió plegar la sombrilla y pasear disimuladamente? Pues no sucedió, porque en definitiva soy así; no paso desapercibida ni aunque me lo proponga.
Mutuo
No perdura un amor que no es correspondido.
Cuando eres indiferente para alguien, siempre termina siendo recíproco.
19 de agosto de 2024
Olvidar
16 de agosto de 2024
Senderos
Dos flores y un día
*Fotografías de Idoia Laurenz
El olivo de Ione
El olivo de Ione. Por Ayla Michelle. |
15 de agosto de 2024
El hombre del cruce
Era la tercera vez que viajaba a Barcelona en un mes, para participar en diferentes pruebas de selección, y poder acceder al que finalmente iba a resultar mi primer trabajo serio. En esta última ocasión me desplazaba sólo para realizar una prueba psicotécnica, cuyo resultado determinaría una entrevista final con el gerente de la empresa. Serían dos días de estancia, así que envié un correo urgente a Aitor (una semana antes) para que me acogiese en su casa durante el jueves y viernes. Vivía en un piso del extrarradio que compartía con otro estudiante. No tenía teléfono fijo y los teléfonos móviles no existían por aquel entonces. Él no contestó a mi correo, y eso era perfecto, porque según nuestro código, significaba que no había problema que impidiera mi visita.
Intimé con Aitor los últimos meses de mi estancia en Barcelona, ciudad en la que viví durante el año anterior mientras realizaba un curso de posgrado. Durante aquel año, todavía reciente en el tiempo y en el recuerdo, compartí apartamento con otros estudiantes. En el café de la Facultad me presentaron a Aitor. Por aquel entonces, él había dejado recientemente una relación y todavía estaba enamorado, aunque no lo reconociese, y yo no estaba enamorada de nadie. Nuestros encuentros no fueron planificados, como una forma de subrayarnos esa banalidad, algo que provocaba, sin pretenderlo, un aumento de la pasión entre ambos. Era un tío de confianza que me transmitía una cercanía humana verdadera. El sexo surgió como algo inevitable, pero disfrutábamos juntos de cualquier momento trivial, aunque Aitor intentaba disimularlo, como si no quisiera que eso diese lugar a que hubiera ninguna otra cosa por añadidura.
Cuando siento el rechazo injustificado y gratuito de alguien, siempre pienso en el hombre amable que encontré en aquel cruce. Aquello se convirtió en un encuentro espiritual que persiste aún hoy en mi memoria. Él me recuerda que tengo cosas mucho más importantes de las que preocuparme, y que las puedo perder en cualquier momento.
El eco de tu ausencia
14 de agosto de 2024
Fuegos artificiales
Si escribes para una mujer, pero el contenido se inspira en otra,
las dos acabarán por explotar en ese juego a dos bandas,
en ese tiro a dos platos.
Ignífuga
8 de mayo de 2024
30 de abril de 2024
Palabras
Una relación epistolar puede ser de amor, de venganza o de lo que tú quieras escribir recíprocamente.
Todo es cuestión de tiempo. Alguien llegará y te dejará sin palabras.
Alguien le demostrará a tu cuerpo que esa comunicación solo existe en tu cabeza.
A la verdad del ser humano se llega con la experiencia.
11 de marzo de 2024
A la carta
El problema es que al margen de mi existencia, está claro que no sabes lo que quieres.
10 de marzo de 2024
La alcoba
Fotografía de Ayla Michelle |
Orfandad
Bastó con un solo día.
Pudiste amanecer en la inocencia, pero el silencio cortó la vía y descarriló tu tren con el primer destello.
Después, nos dejaron toda la vida para sobremorir buscando nuestro destino.
9 de marzo de 2024
Subdérmico
No supe guardar el dinero y mucho menos el vino.
24 de febrero de 2024
Escorrentía
No hay nada más hermoso, y más verdad, que ser nosotros mismos, muy por encima de la hermosura de quienes quisiéramos ser, y del espejismo de lo que somos.
Sólo quién lo sabe
podrá disfrutar del curso natural de su propio sueño.
11 de febrero de 2024
Hueco
Si en el último año de tu vida, no has integrado en tu mundo ni a una sola persona nueva. Si te han ayudado en algún aspecto, pero tú no has entregado algo tuyo a nadie, y además, estás rodeado de personas que frecuentemente chirrían criticando a los otros, no hará falta que facilites ninguna otra información sobre ti, ni que retoques nada para saber cómo suenas.
4 de febrero de 2024
Fugaz
Lo único duradero en mí es esta visión borrosa, esta lectura confusa, esta divergencia de pensamiento, esta ciclotimia, esta alegría intermitente y esta sonrisa, que tampoco serán eternamente tuyas.