Da igual en qué parte del planeta esté la cama en la que mi cuerpo sueña, porque mi alma siempre regresa a un cuarto de luna nueva que me proteja del frío.
Duermo con vistas a lo desconocido y mi libro de viaje es un agujero de gusano, que se abre en la única página del baile que lleva mi nombre.
Regreso, porque nunca suelto el ancla en una duna pisada, y luego me vuelvo a ir en el primer desvelo.
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Fotografía de Ayla Michelle |
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