Imagen por Idoia Laurenz |
De noche no ocupé un lugar en tu mesa ni en tu cama. De día, sólo el sueño de un mal presagio.
Y durante años mi nombre no significó nada.
No me convertí en lo mejor de tu vida, y tú... ni siquiera en lo peor de la mía.
Ya ves, amor. Parece que así empiezan las cosas que nunca terminan.
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